SIGLO XXI EDITORES / 2014 / 352 pp. / 16 x 23 cm / Rústico con solapas / ISBN: 978-987-629-631-7
Este libro,
que encuentra en esta su primera edición en español, enseñó mejor que cualquier otro cómo surgen los problemas públicos,
cómo se forman, se estabilizan, desaparecen, cómo resultan reivindicados o
negados, aclamados o rechazados: todos temas de una vigencia abrumadora tanto
en el campo académico como en el debate social.
El libro cuenta además con
un trabajo introductorio de Daniel Cefai, profesor de la École des Hautes
Études en Sciences Sociales de París, que introduce a los lectores de habla
hispana en el fecundo campo de las teorías sobre la conformación de los
problemas públicos.
Obra emblemática del destacado sociólogo estadounidense Joseph Gusfield, La
cultura de los problemas públicos revela el lugar ambiguo que ocupa en
la sociedad norteamericana el hecho de beber alcohol y conducir (una práctica
condenada en el ámbito público y sostenida en el privado), pero ante todo logra
esclarecer el modo en que ciertos
problemas sociales llegan a imponerse como problemas públicos de primer orden,
acceder a la visibilidad de los medios y comprometer la acción de los gobiernos.
Con una
agudeza sin concesiones, Gusfield se concentra en la forma en que en los
Estados Unidos el problema de los accidentes se centró casi exclusivamente en
el problema de los conductores alcoholizados, y muestra así que más importante
que un problema en sí mismo es el modo en que se lo construye como tal,
recurriendo al fundamento de autoridad de la ciencia y la ley.
Así, estudia
el peso del discurso de científicos, periodistas, jueces y policías que
atribuyen al consumo de alcohol la exclusiva responsabilidad por los accidentes
viales y que depositan toda la carga de la culpa en el egoísmo del conductor
individual, soslayando variables que también inciden en la seguridad vial, como
los déficits de infraestructura, la edad, la somnolencia, el estado emocional,
la disponibilidad de bares al costado de las rutas, el diseño de automóviles
hiperveloces o la situación del transporte público. Demuestra así que el modo en que se instala un problema nunca es
neutro, técnico y objetivo, como la palabra de los expertos quiere hacernos
creer, sino un complejo dispositivo que difunde ciertos valores sociales y
distribuye los lugares de los héroes y los villanos, dejando en la sombra otras
alternativas de análisis y de solución.
Combinando con maestría los métodos del historiador, el antropólogo y el
sociólogo, Gusfield pone en evidencia que el
orden moral y cognitivo que damos por sentado es una formidable construcción en
la que participan muchos actores y muchos intereses, portadores de posiciones
éticas y políticas.
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