Autor:
Adam Przeworski
La democracia, ya se sabe, sufre la toxina del
desencanto. ¿Qué hacer ante ello? Una respuesta, no nueva, no infrecuente,
explica la desazón como una confusión al respecto de problemas imposibles de
zanjar por la democracia u otras formas de gobierno.
SALVAGUARDAR LA DEMOCRACIA A PESAR DE
SUS FALLOS tiene antecedentes conocidos. Ya en 1942 Joseph Schumpeter aduce
la incompatibilidad democrática con términos como “bien común” y “voluntad
general”. El libro La Poliarquía, de Robert Dahl, razona en 1971 la
incapacidad de la democracia de conseguir todos los fines deseables. Las
célebres “promesas incumplidas de la democracia”, de Bobbio, son del año 1984,
y de 1987 el suspicaz capítulo “¿Puede la democracia ser cualquier otra cosa?”,
de Sartori. “Con la consolidación
democrática vendrán las desilusiones ante los resultados del cambio de régimen.
Puede hasta ir acompañada de una cierta nostalgia por l’ancien regimen…
el desencanto es un fenómeno genérico del proceso de consolidación… la
democracia no resuelve todos los problemas”; escribía en 1991 Philippe
Schmitter.
EN ESTE TONO DE DEFENSA DE LA
DEMOCRACIA, el libro de Adam Przeworski, Qué esperar de la democracia. Límites
y posibilidades del autogobierno, racionaliza ésta como un régimen
donde el desencanto resulta normal y constitutivo: “el advenimiento de la
democracia generó, inevitable y repetidamente, el desencanto… No es ninguna
sorpresa, por lo tanto, que después de seguir la liberalización, la transición
y la democratización, hayamos descubierto que todavía hay algo que mejorar: la
democracia. El nuevo tema pasó a ser la calidad de la democracia” (pp. 27-28).
El problema, considera Przeworski, no es que los análisis de la calidad
democrática censuren los límites de la democracia. Pero si la democracia comporta
restricciones inteligibles, propagar un desencanto irresoluble es reflejo de
una crítica desinformada: “lo que temo es que el desencanto sea tan ingenuo
como lo era la esperanza” (p. 28).
PARA MEJOR COMPRENSIÓN DE LOS LÍMITES de la
democracia y el cómo, Przeworski liga estos confines con la calidad
democrática, recordemos trabajos previos de éste. Veamos:
¿Cuáles son las condiciones económicas necesarias para una
consolidación de la democracia?… El sistema económico más
racional y humano es el que confía la asignación de recursos a unos mercados
regulados, mientras el Estado se encarga de garantizar un
bienestar material mínimo para todos… La democracia está consolidada
cuando, bajo unas condiciones políticas y económicas dadas,
un sistema concreto de instituciones se convierte en el único concebible.
Y de otro libro:
Para sustentar la democracia, el Estado debe garantizar
la integridad territorial y la seguridad física, mantener las condiciones
necesarias para el ejercicio efectivo de la ciudadanía, disponer de ahorros
públicos, coordinar la asignación de recursos y corregir la
distribución de ingresos… La democracia es un sistema de derechos y
responsabilidades, pero las condiciones necesarias para ejercerlos no se
generan automáticamente con la mera existencia de las instituciones
democráticas: se requiere un Estado viable que haga posible
su ejercicio. La cuestión de la relación entre el Estado, la ciudadanía y
la democracia es anterior al análisis de la democracia per se.
Datos del libro:
Editorial: SIGLO XXI, 296 págs.,
21cm. x 14cm. Septiembre de 2010