sábado, 20 de diciembre de 2014

LA INSENSATEZ DE LOS NECIOS. LA LÓGICA DEL ENGAÑO Y EL AUTOENGAÑO EN LA VIDA HUMANA.

Autor: Robert Trivers
La mentira es una práctica arraigada en los sistemas vivos y ha sido optimizada mediante la evolución natural. 


¿Es la mentira lo que ha incrementado la complejidad de los sistemas nerviosos y nuestra inteligencia? ¿Es la guerra de armamentos entre bribones e incautos el motor de la evolución cognitiva? No es una idea tranquilizadora para quienes sueñan con un mundo en armonía y sin conflictos, aunque es la conclusión preferida por muchos biólogos y el singular Robert Trivers (Washington D. C., 1943) entre ellos. 

Aunque los detractores de la ciencia acostumbran a tildarla de encorsetada, en el mundo anglosajón abundan las rutas inusuales y los personajes excéntricos. Trivers, profesor en la Rutgers University, es un auténtico “maverick”. Sus comienzos fueron erráticos. Empezó siendo matemático, se pasó a la Historia y al Derecho, se interesó por la biología y, sin tener una educación sistemática, acabó siendo uno de los biólogos evolutivos más influyentes. El autor de La insensatez de los necios estuvo inmerso en la cultura contestataria de los 60 y 70. El ajetreo de la época, el consumo de sustancias paralegales, su carácter destemplado y algunas crisis de tipo bipolar hicieron peligrar su carrera. Sin embargo, escribió cinco trabajos imprescindibles que cambiaron totalmente las aproximaciones a la cooperación humana, las relaciones entre padres e hijos o los celos. Y todo desde una perspectiva darwinista radical, en función de los mismos vectores que regulan la perpetuación de los organismos. E. O. Wilson y otros sociobiólogos le consideran como uno de los teóricos más incisivos de la biología.

Trivers hizo contribuciones pioneras a las raíces evolutivas del comportamiento. Se le asocian conceptos como el “altruismo recíproco” (la inversión “sacrificada” debe ser entendida como autointerés cuando se espera que el beneficiario pueda sufragar esa deuda en el futuro) o la “inversión parental” (los machos y las hembras tienen intereses genéticos distintos, como lo son a su vez los de los hijos. Esto propicia estrategias parentales que son antagónicas a menudo). Esa visión es fundamental en la ecología del comportamiento (otra forma de referirse a la “sociobiología”), que debe a Trivers fecundas intuiciones y hallazgos que han aprovechado popularizadores como Dawkins o Pinker.


En La insensatez de los necios, Trivers desarrolla ideas tomadas de trabajos anteriores y las pone al servicio de algo que conoce bien: el significado del engaño y de las particularidades de su mecánica. La mentira es una práctica arraigada en los sistemas vivos y ha sido optimizada mediante la evolución natural. No solo los seres humanos mienten. Se han documentado un sinfín de alambicados ejemplos en que los seres vivos emplean la mentira con el único fin de medrar a costa ajena. Desde la emergencia del lenguaje, los humanos vivimos en entornos sofisticados formados por mentirosos y por víctimas de sinvergüenzas, de manera que la identificación y la evocación del engaño están coevolucionando en términos de complejidad y eficiencia. El mejor mentiroso no es aquél que simplemente engaña o confunde al prójimo, sino quien consigue mentirse primero a sí mismo para no desvelar así las señales típicas de quien es consciente de que no dice la verdad y que el otro podría leer. En un ensayo donde brilla el talento, la profundidad y también la idiosincrasia del autor, Trivers utiliza la ciencia de vanguardia a la vez que lo va trufando con un torrente de anécdotas personales. Se presenta a sí mismo como un ser humano lleno de contradicciones, que cae a menudo en engaños y autoengaños. Nos regala atisbos de sus apuros con el sexo opuesto, sobre todo en las relaciones con sus parejas, y sorprende su confesión de tener un sesgo favorable a los estudios sobre las ventajas de la marihuana, una afición que le ha reportado notoriedad. 

Seguramente por la enojosa condición de ser un tipo de izquierdas que sostiene conceptos que, en la academia americana, son vinculados con la derecha, dedica un apreciable espacio a denunciar a Israel, al papel de los Estados Unidos en el mundo y a la conquista de América por los españoles. Cuando emprende esa autodefensa es cuando, quizá, se mueve en terrenos próximos al autoengaño que tan bien conoce. No tiene empacho, por ejemplo, en especular que el subcontinente americano pudo haber sido visitado por los fenicios. Según sus palabras, “la construcción de teorías sociales sesgadas es otra fuente de autoengaño; todos creamos teorías sociales que están al servicio de nuestras posiciones”. Si ustedes leen su libro comprenderán por qué le pasan estas cosas a uno de los mayores talentos actuales y a cualquiera de nosotros. 

Fuente: http://www.elcultural.es/revista/letras/La-insensatez-de-los-necios-La-logica-del-engano-y-el-autoengano/33649

viernes, 19 de diciembre de 2014

LA ETNOGRAFÍA. MÉTODO, CAMPO Y REFLEXIVIDAD

Autora: Rosana Guber

La publicación es un pequeño libro de 160 páginas elaborado por la antropóloga argentina Rosana Guber, profesora en la Universidad Nacional de San Martín. El trabajo ha sido publicado recientemente y podemos afirmar que complementa otro libro de la misma autora publicado por primera vez en el año 1991, reeditado en el 2004 (Guber, 2004) en la forma de un clásico sobre el trabajo de campo antropológico desde una perspectiva reflexiva.


La publicación que nos atañe es una segunda versión, más actualizada y acabada de una primera publicada en el 2001 por la Editorial Norma de Colombia, en la que nos muestra “una forma de trabajo intelectual que no se regodea en artilugios retóricos ni en el último grito del autor francés de moda, sino que descansa en la propia experiencia…” (2011:12).

No esperen los lectores un libro de técnicas de investigación antropológica, pero sí que sus reflexiones inciden en ellas, más bien estamos ante un ejercicio denso y profundo de análisis de uno de los elementos de identificación de la antropología de hoy en día, pasados los vientos posmodernistas y asentadas sus improntas. 

El libro está estructurado en una introducción y siete capítulos. En la introducción presenta el ángulo de mirada de la autora, que ve la etnografía como un enfoque, un método con base en la experiencia del investigador y los investigados, y también como un texto. La etnografía se muestra así como un desafío a la pretendida universalidad de los grandes modelos sociológicos para dibujar la diversidad de la experiencia humana relacionando las teorías antropológicas con las teorías nativas.

En el primer capítulo la autora condensa una breve historia del trabajo de campo etnográfico partiendo de la división social del trabajo intelectual entre antropólogos y sociólogos, para luego analizar cómo se han ido construyendo las formas contemporáneas de hacer etnografía en la tensión entre proximidad y distancia. El capítulo concluye con una apelación a la reconceptualización de la práctica del trabajo de campo como fortaleza de la antropología.

Fuente y texto completo en: www.redalyc.org/pdf/838/83824463015

jueves, 18 de diciembre de 2014

LA OTRA CARA DE LA LUNA. ESCRITOS DESDE EL JAPÓN

Autor: Claude Lévi Strauss
Editorial: CAPITAL INTELECTUAL

El libro compila nueve conferencias, comunicaciones breves y entrevistas en las cuales Claude Lévi-Strauss despliega su particular visión del Japón. Los textos cubren temas tan disímiles como el arte, la técnica culinaria, la mitología, los relatos de diversos viajeros o la dialéctica eterna entre tradición y cambio. 

No faltan los habituales recursos del maestro del estructuralismo: las citas de Montaigne, Rousseau o Chateaubriand, las analogías con mitos griegos y norteamericanos, la expresión barroca, la comparación sorprendente, la frase memorable. Tampoco la osadía de las hipótesis y las oposiciones: así, un "bulevar terrestre" entre Asia y América explica la circulación prehistórica de ideas, objetos y tradiciones (pp. 23-24); un canto isleño es una variación de un tema helénico "En el curso de una visita que hice en 1983 a Iheya-jima, en el archipiélago de las Ryukyu, escuché un canto ritual que se me tradujo palabra por palabra. Para mi sorpresa encontré allí una historia ya relatada por Heródoto, que la situaba en Lidia" (pp. 38); hay una oposición posible entre Japón (originalmente pobre en recursos naturales pero rico en recursos sociales) y América (rica en recursos naturales pero pobre en sociales); e incluso se propone que Japón (punto extremo de Asia en el Este) y Francia (punto extremo de Europa en Oeste)"...puedan ilustrar los estados simétricos de una serie de transformaciones" que abarca nada menos que a Eurasia (pp. 39). Al fin y al cabo, "la cara oculta de la luna" refiere a la mirada comparativa de japonólogos y americanistas, y se contrapone con la "cara visible" de un conocimiento canónico que cifra la historia del mundo antiguo en Egipto, Grecia y Roma.

Algunos de los temas tratados son previsibles: el despojamiento, la austeridad y la economía de medios del arte japonés; la relación estrecha entre mito e historia; la influencia del budismo, el taoísmo o el hinduismo en el cultivo de cierto desprecio por el "yo" occidental, apariencia vana destinada a disolverse, así como también en la muy razonable sospecha de la condición inefable de lo real que por definición trasciende nuestra capacidad de expresión y reflexión.

Otras observaciones, en cambio, resultan más originales: la interpretación en clave estructural de la obra pictórica de Sengaï (pp. 93-107); la función de la televisión en la habitación principal de las casas okinawenses más allá de que nadie la mire (pp. 80); el gusto por los juguetes de los grandes hombres de negocios (pp. 95); la diferencia entre el artesanado japonés y occidental, que pasa menos por la supervivencia de técnicas que por la continuidad de las estructuras familiares (pp. 52-53); la comparación entre la literatura occidental y la opacidad psicológica de las acciones humanas en los mitos nipones:"Tanto en el Gengi como en Rousseau, con varios siglos de distancia, reconocí una relación del autor con sus personajes que, en Occidente, se manifestará mucho más tarde, por ejemplo en Dostoievski y en Conrad. La idea de un fantástico psicológico, de una opacidad de las capacidades humanas a las que no es posible aprehender más que a través de sus manifestaciones externas y sus resultados, sin estar jamás en condiciones de comprender las verdaderas operaciones psicológicas que se desarrollaron en la cabeza de la persona y que, al mismo tiempo, da la sensación de estar delante de la verdad, de que se trata de cosas que pueden pasar, que suceden efectivamente en la realidad" (pp. 54-55).

También resultan interesantes las páginas sobre la proto-etnografía nipona del jesuita Louis Fróis o del inglés Basil Chamberlain, que reportan costumbres como enhebrar la aguja poniendo el agujero sobre el hilo, montar a caballo por la derecha o mover las herramientas en un sentido inverso al occidental, que Lévi-Strauss pone en relación con las observaciones de Heródoto sobre el antiguo Egipto (la mujer orina de pie mientras el hombre se agacha, la mujer comercia en el exterior y el hombre queda en la casa, etc.), para afirmar que con estas inversiones simétricas entre instituciones extranjeras y las propias los observadores las ubican en un mismo plano valorativo, domesticando su singularidad y volviéndola inteligible.

De igual modo sorprende gratamente la pequeña etnografía del archipiélago okinawense de Ryukyu (pp. 77-86), por más que la mirada lévi-straussiana no deje de ser un tanto romántica: encuentra huellas de organización dualista y asegura que el mundo mítico está presente sin fisuras en la cotidianeidad aldeana -de hecho Junzo Kawada, prologuista del volumen, le echa en cara su mirada indulgente sobre el Japón corrigiéndolo cortés pero decisivamente en la entrevista que cierra el volumen (pp. 143).

Más allá de algunas intuiciones agudas, no obstante, para el entusiasta lévi-straussiano la compilación tiene algo de decepcionante. Se percibe más oficio que inspiración y las repeticiones entre los textos son excesivas. La letanía de los honores, las cortesías y los agradecimientos hace que la trama institucional de los financiamientos y los intercambios académicos sea demasiado transparente. Lo cierto es que el libro carece de la frescura de las mejores compilaciones lévi-straussianas, como Antropología Estructural o La mirada distante. Podría atribuirse el hecho a varias razones. La primera, a tono con el tema, podría ser el presunto apego oriental a la etiqueta, a la fórmula y a la ritualidad. La segunda podría tener que ver con la progresiva canonización de Lévi-Strauss como último ancestro heroico de la antropología. La tercera, con el hecho de que al fin y al cabo se trata de una compilación de textos secundarios o al menos tardíos; sería injusto exigirles, entonces, que estén a la altura de sus obras fundamentales, redactadas en el apogeo creativo.

Pero más que en la propia cultura japonesa, o en la condición etaria o profesional del último Lévi-Strauss, tal vez haya que buscar el motivo de esta falta de vigor en el simple hecho de que no se trata de un libro propiamente dicho. En este sentido todo apunta a la avidez comercial de los editores, que reúnen unos cuantos textos de figuras de renombre para llenar un centenar de páginas póstumas en letra de buen tamaño y compaginar best sellers prêt-à-porter: de hecho la obra contiene descuidos notorios como la puntuación idiosincrásica (ej. "Finalmente sobre, la cocina diré apenas..." (pp. 60), o bien signos invertidos (en pp. 87, 88, 90 y passim) y hasta curiosidades como la atribución de la ideología tripartita de los indoeuropeos a "Duzemil" (Georges Dumézil) (pp. 38).


Fuente:http://www.scielo.org.ar/scielo.php?pid=S1851-16942012000200013&script=sci_arttext